miércoles, 16 de julio de 2014

VENTOSA DE LA CUESTA: El retablo de San Miguel Arcángel, obra del Maestro de Becerril


A pocos kilómetros de Medina del Campo nos topamos con un pueblo, Ventosa de la Cuesta, que fue señorío del gran escultor, y también pintor, Alonso Berruguete desde 1559. En su iglesia parroquial, lugar elegido por el escultor para enterrarse, se encuentra un bellísimo retablo dedicado al Arcángel San Miguel. El conjunto es un claro ejemplo de las altas cotas de calidad que alcanza la pintura castellana en los primeros años del siglo XVI, cuyas muestras se encuentran repartidas por los lugares más insospechados.

El retablo se dispone en el lado del Evangelio, dispuesto esquinado a la altura del crucero. Ceán Bermúdez lo atribuyó erróneamente a Alonso Berruguete rechazando dicha atribución Martí y Monsó y Agapito y Revilla. La estructura en la que se organiza el retablo responde a un tratamiento de gran verticalidad. Consta de tres cuerpos y tres calles (la central más ancha), compuesto de ocho tablas y una escultura del Arcángel dispuesta en la hornacina central del retablo, bajo una venera. De las ocho tablas se dedican al ciclo del General de los Ejércitos Celestiales un total de cinco, siendo las otras tres dedicadas a diferentes santos.

El espacio se compartimenta con el uso de pilastras y medias columnas decoradas por completo en su fuste con motivos vegetales. Ya a comienzos del siglo XVII se realizaría el frontón triangular y remates de bolas que sirve de frontón al retablo. El repertorio ornamental, tanto de los elementos sustentantes como de las chambranas que rematan las tablas, se realiza con el uso de finas labores a candelieri, tomadas de un temprano vocabulario renacentista, en el que todavía no están presentes las formas mucho más complejas de grutescos o mascarones. La decoración de los elementos arquitectónicos coincide con la propuesta mostrada en el propio interior de las tablas, especialmente visible en el escenario arquitectónico en el que se desarrolla la escena de Santa Ana, la Virgen y el Niño o la Misa de San Gregorio.

Las tablas, fechadas hacia el año 1530, fueron tempranamente atribuidas al llamado Maestro de Becerril por Matías Díaz Padrón. La personalidad de Juan González Becerril y la atribución reciente de nuevas obras a su producción, ponen de manifiesto su importancia en el panorama pictórico castellano de los primeros años del siglo XVI. Las fuentes de inspiración responden fundamentalmente a esquemas de procedencia centroeuropea, con un escaso conocimiento de las innovaciones italianas, patente en la propia representación del Castillo de Sant´Angelo como la mencionada fortaleza medieval, muy alejada de la visión real del edificio. No obstante hay referentes a la escultura clásica en el adorno señalado de los elementos arquitectónicos, en el uso frecuente de las veneras o en la decoración de elementos importantes como el trono de Santa Ana con los caballos que rematan el sitial, uno de ellos en elegante corbeta. La misma procedencia tiene que tener el uso de la perspectiva en algunas de las composiciones, empleada con un rigor que excede del mero truco de taller, utilizado con errores por los pintores hispanoflamencos.
En el primer cuerpo aparecen tres representaciones con diferentes devociones, que no presentan unidad entre sí. En el centro se halla la escena de la Santa Ana, la Virgen y el Niño se encuentra llena de interesantes referencias arquitectónicas y de anécdotas de cotidianeidad. A sus lados la flanquean las tablas que representan la Misa de San Gregorio y el Milagro de San Cosme y San Damián.

Los dos cuerpos superiores se dedican a ilustrar el ciclo hagiográfico de San Miguel Arcángel, en torno a la dinámica escultura que preside el conjunto. Se trata de una interesante representación del Arcángel blandiendo la espada sobre el demonio, con bastantes puntos en común con la peculiar estética berruguetesca. Sobre la escultura se encuentra la tabla que representa la batalla celestial de San Miguel con los ángeles rebeldes. A su izquierda la expulsión de Adán y Eva del Paraíso iniciaría la secuencia de la actividad de San Miguel en el sentido cronológico de la historia humana, como instrumento de los designios divinos.

A partir de aquí las tablas restantes narran escenas relacionadas con las apariciones de San Miguel. La primera y más célebre es la que cuenta el llamado Milagro del Monte Gárgano, en la Apulia italiana, donde un cazador se vio herido al intentar dar alcance a un toro refugiado en una cueva, donde se apareció el Arcángel, a quien desde ese momento se dedicaría un Santuario. Es probable que la siguiente tabla esté relacionada con el mismo suceso, y que ilustre la procesión de acción de gracias celebrada después del acontecimiento milagroso. Sin embargo algunos matices en el cambio del escenario natural podrían indicarnos que en realidad se trata de la aparición de San Miguel en el Mont Sant Michael en Francia, cuyos orígenes también se relacionan con la figura de un toro.

La última de las escenas ilustra la aparición del Arcángel sobre el mausoleo romano de Adriano, conocido desde entonces como el Castillo de “Sant´Angelo”, en presencia del papa San Gregorio Magno durante una epidemia de peste. En este caso la interpretación del reconocido edificio romano como un baluarte medieval, está muy lejana de la realidad del edificio, que el artista no conocería ni siquiera a través de las estampas de monumentos de Roma que le darían popularidad en toda Europa.

BIBLIOGRAFÍA
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús (coord.): Patrimonio restaurado de la provincia de Valladolid. Retablos (vol. 1), Diputación de Valladolid, Valladolid, 2008.

1 comentario:

  1. No deje de visitar Ventosa de la Cuesta en Semana Santa, podrá ver el Monumento y seguro que disfrutaremos de una buena entrada en su blog. Muchas gracias por la información que ofrece. Un saludo.

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