miércoles, 29 de abril de 2015

EL SEPULCRO DEL CHANTRE DE TRASPINEDO. Obra de Francisco de la Maza


En la nave de la epístola de la iglesia parroquia de San Martín, de Traspinedo, localidad famosa por sus riquísimos pinchos de lechazo se encuentra uno de los más bellos bultos funerarios de la provincia; siendo su autor, asimismo, uno de los mejores escultores del último tercio del siglo XVI: Francisco de la Maza. Algún día hablaremos sobre este interesantísimo seguidor de Juan de Juni.

La escultura funeraria, realizada en alabastro, efigia al chantre de Valladolid don Antonio Romero, tal y como podemos leer en una inscripción que se conserva en la imagen: En este bulto yace Don Antonio Romero, chantre de Valladolid, el qual dexó toda su hazyenda a la capilla de San Gregorio. Hizo mucho bien a esta iglesia. Libertó esta villa del servicio real… Falleció a cinco de septiembre, año de 1577”. ¿Y, quién era este personaje? Antonio Romero fue patrono de la capilla de San Gregorio en la parroquia de Traspinedo y libertó a esta villa del servicio Real. Ocupó la dignidad de chantre de la Colegiata vallisoletana desde el año 1554 hasta el día 5 de septiembre de 1577 en que falleció, dejando en ella dotado un responso después de Completas del día 21 de enero y la misa de Prima del día siguiente. En Valladolid había vivido en sus casas de la plazuela de Santa Cruz.
Como ya hemos dicho, su autor fue el acreditado artífice Francisco de la Maza, natural de Meruelo (Cantabria), si bien realizó la mayor parte de su obra desde su taller vallisoletano. Sabemos que fue el autor de esta escultura de manera indirecta, no porque conservemos la escritura de obligación o una anotación en los libros parroquiales, sino gracias al documento escriturado para realizar la reja que aislaría la escultura funeraria. Efectivamente, el 4 de octubre de 1578 el rejero Gabriel Hernández se comprometía a labrar una reja para don Antonio Romero, con objeto de dejar aislado al sepulcro, y se comprometía a ejecutar esta reja “de la forma que Francisco de la Maza, que hace el dicho bulto, dijese es necesario de alto y largo”, compareciendo el mismo artista como fiador del rejero Gabriel Hernández. La reja no se conserva. Sin duda, el sepulcro debió de estar situado en el centro de la iglesia, de ahí la necesidad de la reja.

Con posterioridad se localizó el documento por el cual los testamentarios del chantre, antes de concertar la reja, firmaron el contrato de ejecución del bulto yacente con el escultor. El día 4 de marzo de 1578 Francisco de la Maza se comprometió a realizar el bulto para el entierro del chantre difunto conforme a las siguientes condiciones: La cama y escudo y cornisa donde se había de poner “ha de ser toda la cama e cornisa de piedra de Albar, limpia y el bulto, con sus dos almohadas, de piedra de Navares, de una pieza y un león a los pies y un escudo con las armas de dicho chantre en la delantera de la dicha cama de piedra de Navares, que ha de ser la cama de 8 pies y medio de largo (= 2,38 m.) y 3 pies de ancho (= 0,98 m.) ante más que menos y de alto la cama 4 pies (= 1,12 m.) (…) y el bulto ha de ser con sus manos puestas”. Se obligó a tenerlo finalizado y colocado en la iglesia para el día de Nuestra Señora del mes de septiembre de aquel mismo año, recibiendo a cambio 50.000 maravedíes (= 133 ducados), debiéndose trasladar a Traspinedo para labrar y asentar la obra, en donde se le daría posada y cama además de seis cántaros de vino y una carga de trigo.

Con posterioridad, el 8 de abril de 1578 se produjo un replanteamiento de la obra, seguramente motivado por la intervención del canónigo palentino Francisco Parrillo Romero, pariente del chantre difunto, modificándose sustancialmente las condiciones anteriores y dándose por nulo lo antes contratado. En primer lugar el bulto se mandó hacer en alabastro y el ancho de la cama se aumentó a 4 pies y medio (1,26 m.), siendo la cama “artesonada con su basa y cornisa y con sus molduras artesonadas”, hecha “de piedra de Aldea del Val, limpia y muy buena”, y su cornisa donde el bulto se habría de colocar “ha de ser de alabastro muy bien labrado todo a la redonda”. La cama tendría ahora 3 pies y medio de alto (0,98 m.) bien cumplidos y un escudo con las armas del chantre, situado en su frontis, esculpido asimismo en alabastro y de 3 pies por otros 3 de ancho (= 0,98 x 0,84 m.).
San Pedro
San Pablo
San Andrés
El bulto funerario está hecho de dos bloques, tallado como se ha dicho en piedra de alabastro. El chantre, que aparece yacente y con las manos adorantes, está representado como un sacerdote vestido “como cuando sale a decir misa y echado encima de la dicha cama y sus manos juntas, con su bonete en la cabeza, muy bien labrado y dado su pulimento”. A los pies llevaría un león de alabastro, con aspecto irritado. En el frente de la urna se divisa el escudo, envuelto en tarja. Está dividido en tres campos y se ven tres barras, seis flores de lis y águila explayada. Endosa el chantre casulla, adornada con los relieves de San Pedro, San Pablo y San Andrés. Finalmente, el bulto tuvo unas medidas de “6 pies (= 1,68 m.) poco más o menos conforme al natural de un hombre y de ancho conforme a la proporción que requiere conforme al alto y ha de llevar dos almohadas de alabastro y ha de ser el bulto de dos piezas además del león”. Si el escultor lo labraba en Valladolid, el traslado hasta Traspinedo sería a cargo de los testamentarios del chantre y, además de seis cantaras de vino, Francisco de la Maza recibiría 300 ducados previa tasación, obligándose el escultor a darlo por acabado y asentado el día 1 de noviembre. Las condiciones estipuladas se cumplieron y el escultor finalizó en 1579 el cobro de su obra.

BIBLIOGRAFÍA
  • MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Catálogo Monumental de la provincia de Valladolid. Tomo VI. Antiguo partido judicial de Valladolid, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1973.
  • URREA FERNÁNDEZ, Jesús: “El chantre de Traspinedo esculpido por Francisco de la Maza”, B.S.A.A., Tomo LXII, 1996, pp. 355-358. Lo podéis descargar aquí.

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